El pasado lunes, 24 de octubre, nos presentamos a un concurso para uno de los anunciantes de referencia mundial en el sector de la cosmética y el brief decía: “hay que enamorar al usuario”. Evidentemente, nos pusimos manos a la obra, trabajando día y noche para cumplir objetivos y superar sus expectativas.
Sobre todo, por la motivación interna de afrontar un reto como tal, ¿acaso no es el sueño de todo Departamento de Marketing? Enamorar al cliente, una meta que, para los que nos dedicamos al marketing por pura vocación, se convierte en un auténtico Nirvana.
Una oportunidad, sin duda, para dejar volar la imaginación y poner en práctica eso de “tratar a otros como te gustaría que te trataran a ti”. Porque seamos realistas, a menudo vemos briefs con poco cariño o acciones en el sector que parecen hechas con prisa y que se quedan muy lejos del verdadero objetivo de una profesión entera: cuidar del cliente y maximizar sus experiencias para establecer una relación a largo plazo.
¿Cómo lo hicimos?
Poniendo el departamento de Marketing “patas arriba”, involucrando desde el becario hasta el consultor más senior, para exprimir al máximo el know-how de una compañía que lleva más de 40 años en el mercado ofreciendo soluciones de marketing a las grandes empresas.
Al principio, fue caótico, por la premura y la escasez de tiempo, el mundo no se para, porque como decía Freddy: “Show must go on”, los clientes recurrentes siguen teniendo necesidades, consultas y solicitudes a cada hora que debes atender. Por lo que, tuvimos que organizarnos para dar el 200% de cada uno de los miembros del equipo encargado de la cuenta y aportar el mayor valor posible en cada apartado, en reuniones express o sesiones de trabajo enteras, en diez mil emails y tropecientos whatsapps y en… mucho más.
¿El resultado?
71 páginas de “pasión por el cliente” con el ADN de PDM, una propuesta de la que no sólo estamos orgullosos, sino que nos ha hecho felices por el proyecto y el ambiente, y es que no hay mejor estrategia que “hacer las cosas bien”.
¿Nos llamarán?
Esperemos que sí, creemos fehacientemente en que todo esfuerzo tiene su recompensa, pero ¿y si no? Pues “que nos quiten lo bailao”, hemos aprendido con este trabajo que no hay reto imposible: si puedes pensarlo, puedes hacerlo.
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