Hace escasos años pocos sabían lo que era un influencer, o al menos, la magnitud que alcanzaría esta figura en el mundo del marketing. Los líderes de opinión se han convertido en la gallina de los huevos de oro pero, ¿es oro todo lo que reluce?, ¿son rentables para las empresas?, ¿son una herramienta útil de marketing para empresas o mero «postureo»?
Vayamos por partes, y antes que nada, concretemos lo que es un influenciador. Según 40defiebre:
«Un influencer es una persona que cuenta con cierta credibilidad sobre un tema concreto, y por su presencia en redes sociales puede llegar a convertirse en un prescriptor interesante para una marca.»
La definición es estupenda porque hace hincapié en dos términos fundamentales: credibilidad e influencia. A menudo encontramos falsas personalidades sociales, con cientos de miles de seguidores, pero con una comunidad que parece estar hibernando. Como método orientativo, calcula que en las fotos de los prescriptores debe haber una interacción entre el 5 y el 10% de sus seguidores totales. Es decir, si tienes 100K fans, en tus fotos debes tener una media de entre 5.000 a 10.000 likes. Si eso no sucede… ¡desconfía de la veracidad de los followers!
En España hay diferentes categorías de influencia: gaming, moda, belleza, alimentación, etc. Gracias a la opinión que ejercen sobre sus seguidores, se convierten en un altavoz realmente interesante para comunicar las bondades de una marca. Como sabréis, los influencers no son más que una evolución y agrupación de: bloggeros, youtubers, instagrammers, etc. Por lo que no son figuras nuevas, pero sí en pleno auge.
¿Es rentable el uso de influencers en las campañas de marketing?
Llegados a este punto, nos parece interesante analizar la rentabilidad de incluir líderes de opinión social en una campaña de marketing. Hay multitud de posibilidades de contratación y colaboración con prescriptores. Pero centrémonos en dos tipologías muy básicas: low profile y high profile. Es decir, los que cobran y los que no:
High Profile: Personalidades públicas, con una amplísima comunidad de seguidores. Gozan de gran influencia y prestigio entre sus fans, por lo que sus comentarios y contenidos pueden afectar a la opinión de los consumidores. Con todo esto, es obvio mencionar que cobran, porque para ellos es su trabajo.
Low Profile: Hablamos de personas con un volumen de seguidores interesante pero no masivo. Podríamos establecer un baremo de una comunidad entre 25k y 50k fans. No cuenta con una legión interminable de fans, pero gozan de una alta credibilidad, y relevancia. Además, son más cercanos, accesibles y están menos rendidos a las mieles de los contratos publicitarios. Con ellos se negocian regalos de productos o pagos muy modestos.
A tener en cuenta en las estrategias de influencers:
- Hay muchos, pero no todos son adecuados. Lo importante es encontrar a un grupo de personas que encajen con la marca y producto a promocionar. Y por otro lado, que ejerzan una influencia real y muevan a la acción de sus seguidores en beneficio a la marca.
- Quizás por novedad o desconocimiento, se llevan a cabo colaboraciones difusas. En ocasiones no hay trazabilidad de los resultados y la medición es compleja o inexistente. Es necesario establecer una dinámica de colaboración que asegure la medición de la misma.
- Por último, y como pasa en todos los ámbitos, la burbuja va a estallar. Los influences realmente potentes y que hayan profesionalizado su impacto seguirán mantenido su negocio. El resto, tendrán que buscar oportunidades en la próxima red social que se ponga de moda.
El uso de influenciadores puede ser realmente útil y rentable para las empresas. Sin embargo, en el caso de querer desarrollar este tipo de acciones es fundamental hacer una selección óptima de clientes. Así como una dinámica de promoción y comunicación que cumplan los objetivos y puedan ser medidos. Si no reúnes estos requisitos, corres el riesgo de tirar por la borda mucho tiempo y dinero.