En People Define Marketing, con motivo del Día de la Mujer NO vamos a realizar un post con biografías de grandes mujeres de la historia, sino que preferimos dar valor a las que tenemos cerquita, en nuestra silla de al lado de la oficina.
Anabel, Susana, Patricia y Cristina nos hacen un pequeño resumen de sus éxitos profesionales/personales:
Anabel Durán
Me defino una mujer que quiere lograr que el mundo tecnológico sea cercano y comprensible para todos.
Un entorno donde tradicionalmente hay poca presencia femenina, pero donde me he sentido integrada desde siempre, sin tener la percepción de tener que romper ningún “techo de cristal”.
Considero que superé mi miedo escénico en el momento en que gané un concurso de emprendedores en ESIC, la escuela de negocios en la que amplié mi formación. Tengo un EMBA y dos másteres en marketing.
Mi paso por ESIC me dio la confianza para escribir un libro sobre comercio electrónico titulado “eCommerce 360º”, el cual, ya ha cruzado fronteras y ha sido publicado en España, Argentina y México; además soy imagen de campañas como la de “Empower Yourself” de ESIC. A día de hoy soy profesora en sus aulas.
Cuando me preguntaban de pequeña qué quería ser de mayor, siempre decía que me gustaría hacer anuncios y tener una familia numerosa.
Actualmente no hago anuncios, pero llevo trabajando en marketing más de 12 años, soy directora de Marketing de una de las empresas pioneras en el marketing estratégico y estoy esperando mi cuarto hijo.
¿Y quien dijo que sería fácil? Pues no es fácil, pero a día de hoy puedo decir que es posible, cosa que nuestras madres, y no hace tanto de esto, seguramente no podían decirlo.
¿Y si tuviese que elegir? Pues no quiero elegir. Llevo toda la vida preparándome para poder elegir trabajar en lo que me gusta, y mi familia es de lo que más orgullosa me siento, no podría vivir sin alguna de las partes. Tenemos que trabajar para que sea un derecho el poder compaginar ambos mundos, y tener facilidades para conciliar.
¿Es posible dar el 100% en ambos mundos? Pues lamentablemente no, siempre hay algún proyecto al que no puedes dedicarte como te gustaría, y siempre tienes que tener un plan B para recoger niños, hacer deberes o el disfraz que toque en el cole.
Cuál es la clave, y que tenemos que conseguir?Una sociedad concienciada con la igualdad, empresas que facilite la conciliación, un equipo de trabajo que se complemente y una familia que entienda que en cuestión de familia, la implicación y la dedicación tampoco es cuestión de género.
A mis 26 años de vida, he tenido multitud de profesiones. He trabajado repartiendo publicidad, cuidando niños y como maquilladora. He vivido en varios países y he trabajado como consultora en uno de los edificios más conocidos de la Castellana, tratando con responsables de Ministerios, etc. y, puedo decir que nada de eso, es comparable con lo que estoy viviendo ahora. Finalmente, estoy donde siempre había querido estar: en una agencia de marketing y todo ello, gracias a mis ganas y esfuerzo. He tenido la suerte de contar con un entorno, que siempre me ha impulsado a sentirme capaz de lograr todo lo que me propusiera y nunca me he sentido discriminada por ser mujer. Algo, que por desgracia, no siempre ocurre.
Cuando estaba en Bachillerato, sólo había dos chicos en mi clase. En la Universidad, seguía habiendo un número mucho mayor de mujeres que de hombres en clase.
Si el porcentaje de mujeres con estudios superiores cada vez es mayor ¿en qué está fallando esta sociedad?
Es a medida que fui avanzando en mi carrera, cuando empecé a ver las desigualdades entre hombres y mujeres.
Cuando estudié mi Máster en Marketing Digital, me di cuenta que la media de edad era mucho más baja en mujeres. Incluso, pude ver que en mi clase ninguna de las mujeres era madre, mientras que había varios padres asistiendo al Máster. Sinceramente, esto es algo que me aterra. Tengo miedo que en algún momento de mi vida, tenga que elegir entre mi vida personal y profesional, por el simple hecho de ser mujer.
Como mujer, confío en que la sociedad, y sobre todo las empresas, valoren a las personas por su valía, independientemente de su género y, por supuesto, de su situación familiar u otros tipos de perjuicios que no tienen ningún sentido. Al fin y al cabo, todos somos personas (o “People” como nos gusta decir aquí) y deberíamos tener las mismas oportunidades.
Algo que valoro de mi empresa es, que muchos de los responsables en mi oficina son mujeres, y eso, hace que confíe un poco más en esta sociedad.
Llevo trabajando más de 15 años; he estado en una de las multinacionales más importantes a nivel mundial (Accenture), una startup española de nivel internacional y en People Define Marketing, una de las empresas más innovadoras en las que he tenido el placer de colaborar. En todo este tiempo tengo claro dos cosas: nunca he encontrado diferencias entre trabajar con hombres o mujeres, y la clave del éxito está en pertenecer a un buen equipo, un equipo de personas que más allá de su género, edad o experiencia, se caracterice por la confianza, la responsabilidad y el trabajo en equipo.
Creo que soy afortunada porque nunca he sufrido ningún tipo de discriminación por ser mujer (tampoco la habría admitido, todo sea dicho); nunca me han medido de una manera distinta a un hombre, no han esperado menos de mí (tampoco más), ni me han pagado menos que a mis compañeros masculinos, siempre lo han hecho en función de mis propios resultados. He tenido la suerte de compartir proyectos con hombres y mujeres excepcionales a lo largo de mi carrera, y he podido aprender de todos en función de cómo eran, sus experiencias y sus mejores virtudes (y defectos); de hecho, la que considero mi mentora profesional desde hace más de 15 años es una mujer, líder de su sector, madre como yo, amiga, mujer y compañera.
Ahora que soy madre tengo la suerte de que mi pareja comparte esta forma de ver la vida, y que la casa, la educación de nuestro hijo, la carrera profesional de cada uno y demás temas importantes no son responsabilidad de ninguno de los dos, sino de ambos. No me entra en la cabeza que pudiese ser de otra manera.
Creo que soy afortunada, y que no todo el mundo tiene la suerte que yo he tenido. Por eso está en nuestra mano construir relaciones personales y profesionales basadas en el perfil de las personas, más allá de su género, nacionalidad o su edad. Me gusta pensar que dentro de mis posibilidades me esfuerzo en conseguirlo, para que el día de mañana mi hijo viva en un mundo más justo y donde todos tengan las mismas oportunidades.